Los chiles frescos tienen un picor más salvaje y un sabor más suave que los chiles secos. Comúnmente se hacen conservas o fermentos, en ocasiones mezclando otros vegetales, pero igual que los chiles secos también se usan para salsas, platillos, dressings y demás preparaciones de cocina. A diferencia de su versión seca, los chiles frescos se pueden comer sin necesidad de cocinarlos.
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